El problema es que este software, lanzado el pasado noviembre por la empresa OpenIA, está todavía en su infancia y que seguirá aprendiendo y mejorando por sí mismo, lo que sugiere que el impacto que tendrá en la sociedad está todavía en sus inicios.
Hace unas semanas, Darren Hick, profesor de filosofía en la Universidad de Furman en Greenville, Carolina del Sur, descubrió que uno de sus alumnos le había presentado un ensayo bien construido por ChatGPT y comprobó en carne propia lo mal que está preparado el profesorado para lidiar con los generadores de textos a través de la IA.
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Ahora le ha tocado el turno a la comunidad científica. El pasado diciembre, un artículo elaborado por un grupo de científicos y publicado en medRxiv, desató las primeras alarmas.
medRxiv es un sitio de Internet que distribuye documentos electrónicos inéditos sobre ciencias de la salud, que todavía no han sido revisados por pares (preprints). Fundado en 2019, ha tenido un rápido crecimiento y, junto con su sitio hermano bioRxiv, han sido fuentes importantes para la difusión de la investigación sobre COVID-19.
En ese artículo, del que es primer autor Tiffany H. Kung, del Departamento de Anestesiología del Hospital General de Massachusetts, Escuela de Medicina de Harvard (Boston, MA), se explica que ChatGPT fue capaz de superar los tres exámenes necesarios para obtener una licencia médica en Estados Unidos, sin necesidad de haber adquirido ninguna formación especializada.
Lo más destacado es que ChatGPT figura como un autor más de este sesudo artículo: concluye que estas herramientas de IA pueden tener el potencial de ayudar a la educación médica y, potencialmente, a la toma de decisiones clínicas.
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Como decía Nature, no es el único caso: ChatGPT aparece firmando también, junto a otro autor de la Universidad de Manchester, un artículo publicado este mes en la revista Nurse Education in Practice, así como otro artículo científico publicado en diciembre en la revista Oncoscience.
Un cuarto artículo, coescrito por un chatbot anterior llamado GPT-3 y publicado en el servidor de preimpresión francés HAL en junio de 2022, pronto se publicará en una revista revisada por pares, según su coautora Almira Osmanovic Thunström, neurobióloga de Sahlgrenska, citada también por Nature. Este artículo plantea que los beneficios de usar estas herramientas superan a los riesgos.
Fuente: Levante